Este artículo de Expansión expone un fenómeno relativamente frecuente en algunas empresas: la convivencia de trabajadores de generaciones diferentes.
Lo que es interesante de este artículo es lo siguiente: es una muestra de que las culturas que conviven en un puesto de trabajo son más que la resbaladiza cultura nacional y/o regional, y que, las cada vez más incorporadas, cultura corporativa y organizativa. También existe una cultura generacional, que significa que las personas, por el hecho de haber vivido en épocas diferentes, poseen diferencias en su visión del mundo, bien por desconocimiento de algunos fenómenos, bien por conocimiento de otros o bien por diferentes perspectivas sobre el mismo hecho.
¡Pero que no cunda el pánico! No voy a hacer un alegato a favor de la incorporación de la cultura generacional en el aula para cargar de trabajo a profesores y alumnos. Más bien todo lo contrario. Lo que este artículo hace es contribuir a la idea de que la cultura en las empresas es un fenómeno muy complejo que no puede abordarse desde un enfoque específico de la cultura, es decir, desde la descripción meticulosa de una cultura. Se hace necesario un enfoque general de la cultura, donde el foco de atención sea la cultura como fenómeno, y donde, en un nivel práctico, se incida en actividades generales de conciencia crítica intercultural. Estas son más fáciles de adaptar al aula y más beneficiosas, pues inciden en el Saber ser / Saberse uno mismo, que son las claves de la competencia intercultural. Es necesario un enfoque general que saque a los profesores de ELE y EFE del callejón sin salida que supone el enfoque específico.
Cualquier manual de comunicación comercial intercultural pone de relieve que en las empresas conviven seres pluriidentitarios que son la mezcla de múltiples culturas: nacional, regional, de género, de edad, de grupo político, de religión, de clase social, educativa,… Esto debería hacernos reflexionar sobre lo siguiente: ¿por qué se sigue incidiendo en la cultura nacional, cuando esta no es la ni la única, ni la más importante, ni la única que condiciona a otras?
Este libro, por ejemplo, recoge actividades que son tipologías perfectamente adaptables al aula de LE, y que no inciden en ninguna cultura en concreto, sino que trabajan con el fenómeno cultural: Global Competence: 50 training activities for succeeding in international business. Son 50 actividades perfectamente realizables a lo largo de varios cursos. Poseen un impacto mayor que pasarle al alumno hojas y hojas portadoras de una información descriptiva que siempre es demasiado general, y que nunca se va a poder transmitir toda.
Algunos profesores podrían replicar: “Pero siempre hay que explicar algo sobre las culturas hispanas”. Claro, no digo que no. Pero lo que hay que hacer en este caso concreto no es dar al alumno un pez, sino enseñarle pescar. Es decir, a buscar la información él mismo. Y lo más importante, a descubrir si esa información es válida (veraz y representativa) o no, y a reutilizarla en sus conductas en el trabajo. El enfoque basado en la cultura general posee, entre otras, una premisa: la cultura es tan compleja, y hay tantas culturas implicadas en un encuentro intercultural que el alumno debe pasar de asimilador de contenidos teóricos, a sujeto activo y autónomo en el aprendizaje de aquellas culturas que influyen en su contexto de trabajo. Por tanto, el objetivo de la formación intercultural, entre muchos otros, no es dar información sobre tal o cual cultura, sino formar alumnos que sepan buscar aquellos datos que les son útiles. Esto, además, suele implicar que el alumno debe buscar, leer, procesar, resumir y exponer información, así como hablar sobre ella, lo que implica el uso de la lengua de una forma muy activa. Y eso siempre es bueno.